En Michoacán, la Fiesta de Muertos es una ceremonia solemne que
conserva casi puramente la forma en que los antiguos pueblos prehispánicos
honraban a la muerte en esas fechas. Dicha tradición mantiene vigentes muchas
de las características del ritual funerario practicado por los purépechas.
Los rituales de velación, colocación de los altares y ofrendas en casas y
panteones para rendir culto a los difuntos, son el resultado de un complejo tejido
que reúne varias tradiciones culturales: por un lado las nativas de origen
precolombino y, por otro, las españolas cristianas producto de la conquista.
Actualmente todos los pueblos del estado de Michoacán siguen
manteniendo el festejo con modalidades y ritos muy similares en lo fundamental
con las antiguas tradiciones sólo que con algunas adecuaciones de acuerdo a sus
usos y costumbres.
Además de la finalidad de los festejos, lo que más distingue a esta tradición
de muchas otras (y esta misma en sus matices regionales) es la forma de recibir a
los muertos.
Cuanajo es un pequeño pueblo situado a 24 kilómetros de Pátzcuaro y a 40 de
Morelia, capital de Michoacán. Su actividad principal es el mueble artesanal. En
esta comunidad toda la gente se conoce, es de pocos rumores por que es muy
tranquilo todo, las calles están casi vacías y aún se habla purépecha.
En Cuanajo, las celebraciones comienzan desde el 31 de octubre con una
ofrenda dedicada a los fallecidos de edad corta, conocidos como angelitos. Sólo
se les pone ofrenda a los angelitos que partieron en el transcurso del año;
después, se les recuerda con un altar y tal vez con una pequeña ofrenda. En el
portón de la casa se coloca un arco adornado con flores y se lanzan cuetes para
dar a conocer a todos los vecinos que en esa casa hay ofrenda.
Hipotéticamente, los angelitos son aquellos que fallecieron a temprana
edad, sin embargo, en esta comunidad se tiene pensado que quienes no se
casaron y permanecieron en soltería aún siendo jóvenes (hasta los 25 años) son
parte de este grupo.
Al medio día se cree que los angelitos llegan. Es a partir de esa hora
cuando los vecinos van llegando a la casa; acostumbran llevar un presente: una
ofrenda de frutas y dulces que es colgada sobre un caballito de madera adorado
con flores. La gente por lo regular acude en familia de cinco o más personas,
pero sólo se coopera con un caballito. Con forme llegan, se les convida con alimentos
que en los anfitriones han preparado durante el día.
Así, la ofrenda dedicada al angelito que recién falleció se hace cada vez
más grande con las familias que seguirán llegando hasta la media noche. A las
22:00 llega el padrino de bautismo del fallecido con un arco de flores y el
respectivo caballito y se reza un rosario honor del difunto; éste es el culmen del
rito y a partir de esa hora inicia la Fiesta. Se reparten tamales, pozole, ponche,
atole, dulces y otros aperitivos que en la casa se hallan preparado. Suele haber
además, música en vivo e incluso bailes.
En el pueblo se tiene la costumbre de que cada quien lleva algo al la familia
anfitrión, pero también ésta se ve tentada a repartir algo; así que además del
singular caballito, la gente porta consigo una canasta o charola cubierta con un
manto bordado que al rato, se irá llenando.
La gente se viste con sus mejores prendas, por supuesto, de indumentaria
purépecha, los de más caracterización son las mujeres y niños, que visten de
manta y mandiles muy elaborados con figuras hermosas hechas a base de
bordado.
En las primeras horas del siguiente día, parte de la ofrenda que se hizo en
casa se lleva al panteón, el resto permanece en casa hasta el otro día. Los papás
y padrinos del angelito, acompañados por sus hermanos y familiares más
cercanos se dirigen a la tumba y la decoran con el arco que llevó el padrino,
además de algunos alimentos, velas y flores, muchas flores.